¿Qué quieres ser de mayor?
Hace tres semanas que volví de
Madrid. Ver a la familia es algo que me llena de energía y que, cuando lo haces
3 veces al año, te hace valorar todavía más todo lo que no tienes cerca. Sólo
necesité de 3 días para volver a acostumbrarme a lo bueno, para coger color,
para saborear la comida, para pasear en manga corta para sentirme escuchado,
para sentirme querido. En sólo 3 días pasé de la alegría a la tristeza, y no es
que esté triste aquí, pero está claro
que no tengo todo lo que querría… y...¿qué es lo que quiero?
Qué bonito es volver a casa :) |
Supongo que esa es la pregunta
que siempre nos persigue. El sistema está montado para que, desde que nazcamos,
recibamos una formación que nos permita encontrar un trabajo. Parece que todo
gira en torno a la profesión que vas a ejercer, en torno a la forma en la que
vas a ser esclavizado. Tus padres aseguran que con las patadas que das en el
vientre vas para futbolista. Luego, dependiendo de la edad y viendo que en
infantiles no estás en la cantera de ningún equipo de primera, nuestra posible
profesión irá cambiando de “bombero” o “veterinario” si eres niño a “actriz” o
“cantante” si eres niña. Igual aspiras a médico si eres de la época de “Médico
de Familia” o a profesor si veías “Compañeros”. ¿Cuándo sacarán una serie de
políticos? Igual con algo de competencia nos irían mejor las cosas…
Sueño de cuando somos pequeños...¿?
A los 16 años debes elegir una
rama académica que condicionará tu futuro profesional. No se te considera
maduro suficiente como para ver una película de terror, pero eso es lo que te
espera si te equivocas metiéndote en sociales y te das cuenta a los 18 de que
lo que de verdad te llama es la medicina. A nivel social, tampoco eres
consciente de la existencia de las “etiquetas”; y es que dependiendo de los
ojos que te miren y aunque seas la misma persona no es lo mismo que salgas con
un abogado, con un arquitecto o con un fontanero.
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¿Trabajando hasta cuando? |
Sea cual sea tu decisión, todos
tiramos para adelante con más o menos fortuna, con más o menos planes. Seguimos
como borregos las reglas marcadas por el sistema que no te enseña que la
felicidad no depende del número de billetes que tengas en la cuenta corriente,
sino de disfrutar de lo que hagas en tu día a día, del nivel de satisfacción
contigo mismo y de la relación con tus seres queridos. Vamos creciendo y
empezamos a darnos cuenta de que las cosas no son como uno había planeado; que
no por mucho estudiar vas a encontrar un trabajo en tu país, que no por mucho
trabajar vas a conseguir ahorrar y que no por mucho que ahorres vas a conseguir
lo que necesitas para cumplir esos planes con los que soñabas. No digo que tus
sueños sean demasiados altos, ni digo que todo esto sea malo, pero creo que es cambiar
las reglas del juego con las que pensabas se regía todo esto.
Supongo que la incertidumbre que
uno intenta minimizar en la mayoría de la toma de decisiones nos acompañará a
toda esta generación más de lo deseado, que los alquileres que uno quería
evitar se convertirán en fieles acompañantes y que nuestros hijos nos pedirán
cuando juguemos al monopoly que les expliquemos lo que es “comprar una casa”.
Vivimos unos tiempos en los que
para poder salir adelante hace falta que los dos miembros de la familia
trabajen. Al mismo tiempo, y para hacerlo más divertido, el sueldo que podía
traer antes un solo miembro de la familia se ha convertido en la suma de lo que
traen ahora los dos, con la diferencia de que ahora ni el padre ni la madre
tienen tiempo (ni recursos) para tener/educar niños. Los hay que tienen suerte
y encuentran tiempo sólo para tenerlos, educarlos ya es pedir demasiado así que
se deja en manos de los profesores, quienes a su vez afirman que ellos sólo tienen
tiempo para enseñar, no educar. La
frustración de no poder ver cómo crecen tus niños o de pasar el tiempo que uno
quisiera con ellos es patente. Llegar cansado del trabajo y ponerte a hacer los
deberes con el peque puede suponer mucho esfuerzo. Acceder a lo que el niño
(pequeño pero listo) te pide, puede llevarte a pensar que puedes ganarte con la
cartera lo que pierdes en otros terrenos, consiguiendo malcriarlo… y así es
como vamos creando una sociedad sin valores y sin valor, que no es lo mismo.
¿En qué momento perdemos estos valores?
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La casa a la que aspiro |
Es triste ver un sistema en el
que el 50% de los jóvenes están desempleados y con ganas de empezar a trabajar
cobrando la tercera parte de lo que cobran los mayores de 60 años que a su vez
están deseando jubilarse… Es triste ver como hay trabajadores a los que les
gustaría reducir su jornada laboral aunque eso supusiera reducir
proporcionalmente su sueldo con tal de poder estar con sus hijos o disfrutando
del tiempo libre mientras hay estudiantes y parados que lo que buscan es un
trabajo a tiempo parcial para mantenerse o que les sobra el tiempo libre. Es
triste pensar que todo lo que pienso no es tan utópico como pueda parecer.
No sé lo que será de mí en unos
años, ni si quiera en unos meses, pero por fin tengo clara la respuesta a la
pregunta que inicia este post... De mayor lo que quiero
es ser pequeño.
De mayor quiero ser pequeño